Comentario
En las islas de la Micronesia, las máscaras y las figuras tridimensionales son muy escasas. La vida en los atolones, sin agua y casi sin tierra cultivable, explica la escasez de elementos espectaculares en su cultura material. Sin embargo, en las pocas representaciones humanas que se conservan, las formas reducidas a lo esencial de su anatomía, a puros volúmenes geométricos, son muestra de la personalidad y de la maestría de sus artesanos.
En el arte decorativo predomina una decoración marcadamente geométrica y rectilínea, de motivos menudos que se repiten, en los que el sentido del orden y de la reglamentación ha sustituido a la calidad emocional que es propia de las culturas agrícolas, como las de Indonesia y Melanesia; por el contrario, los pueblos de pescadores tienden a formas más simplificadas. En este aspecto, gran parte de las creaciones de Micronesia parecen vinculadas a las islas de la Polinesia central. Sin embargo, el mundo curvilíneo de las formas de Indonesia está también presente, lo que no es extraño, dada su proximidad geográfica.
Como pueblo situado en una encrucijada de caminos marítimos, sus gentes estaban siempre preparadas para la guerra y sus artes visuales tendían más hacia las creaciones monumentales (piedras erguidas, dinteles de puertas, etcétera), que hacia lo figurativo.
En casi todas las islas fabricaban útiles con almejas gigantes y con caparazones de tortuga, y utilizaban cuchillos con hoja de concha que ataban al mango de madera con fibras de coco o con tiras de piel de tiburón. Sus hábiles artesanos trabajaban la cerámica y trenzaban las hojas de pandano con una delicadeza que recuerda la del arte indonesio.